Danza y expresividad reviven al Joker
Autor póster: Walijewski (2019) |
¡Atención a los cinéfilos! Este
artículo puede contener algún SPOILER de la película Joker (2019). Aunque no
contamos el final, ni desvelamos escenas relevantes, sí realizamos un análisis
del uso expresivo del cuerpo y el papel de la danza en la interpretación del
personaje. Tú decides si quieres continuar leyendo o prefieres ir al cine
antes.
Tras salir del cine (Joker,
2019), Pablo Sotoca reconocía que la película no le había entusiasmado demasiado. En mi caso, yo salí abrumada, entusiasmada por su profundidad. En lo que sí coincidíamos es que mientras la estábamos viendo, sabíamos que el potencial expresivo era muy
alto. Tras varias conversaciones con Pablo, que la había visto
prácticamente a la vez, no dudamos en analizar el uso expresivo del cuerpo por
parte del actor protagonista, así como otras cuestiones sobre el trasfondo de
la historia de este antihéroe.
Aquí nace una reflexión conjunta
que pretende analizar la expresividad corporal del personaje, las escenas de
baile en el film, la salud mental en nuestra sociedad y las pinceladas de cómo
se hace (o hacemos) a un malvado.
Joker, más que una sonrisa
forzada
El trabajo de expresión facial
que hace el actor Joaquin Phoenix es incuestionable. El poder de su mirada y el
trabajo con "la sonrisa forzada" es escalofriante. Este potencial
expresivo se acompaña en muchos momentos de un maquillaje que parece
improvisado (nada más lejos de la realidad), de una dentadura asimétrica que
nos desequilibra sin saberlo y de una risa aguda e histriónica, orquestada por
los casi 50 músculos faciales que intervienen, a la vez que nos llevan a
estremecernos por un personaje que sufre, que sufre muchísimo, incomprendido
por él mismo y por los demás.
Pero el rostro del personaje no
debe eclipsar al resto del cuerpo. La delgadez del actor, que pega su piel al
hueso, hace que veamos a un hombre que al respirar se queda emocionalmente
vacío, indefenso. Las costillas, el diafragma, las clavículas... todo se mueve
como un coro experimentado en cantar tristes canciones. Su tronco, con una caja
torácica que se deja ver al descubierto en alguna escena, y sus escápulas marcadas
hablan también por sí mismas. Sin duda, el trabajo de conciencia corporal y de
conexión con las emociones más desgarradoras se nos presenta para
sobrecogernos, sentir miedo y lástima a la vez.
Joaquin Phoenix no tenía que
bailar en el baño, pero lo hizo
Desde la película y su rodaje,
afirman que se trata de una escena que sufrió cambios en el guión (SPOILERS).
La improvisación de Phoenix con la canción de Hildur Guðnadóttir le dio un
golpe de efecto al personaje. La coreografía final, tanto para este baile como
para el siguiente, según cuenta el mismo actor en una entrevista, se inspira en
uno de los vídeos - The Old Soft Shoe (1957) - que le mostró su coreógafo
Michael Arnold.
La escena del cuarto de baño se
convierte en un momento de conexión interior de Arthur Fleck con Joker. Una
danza hipnótica que revela a cámara lenta, un encuentro en el que participan dos,
aunque sólo haya uno en escena. Arthur lo pedía a gritos, ¿su única opción para
sobrevivir?
El baile comienza con los pies,
cruza un pie sobre otro. El movimiento entre baldosas es mágico. Nos
acordábamos de un taller en el Centro Danza Canal con Esther Rodríguez sobre
"cuándo un movimiento se convierte en baile". Aquí cuestionábamos
cuándo ocurre este hecho, y esta escena nos da una respuesta: un desplazamiento
hacia delante, que no se hace utilitario, se hace estético, se hace
conectándose con uno mismo para expresar una emoción.
Luego vienen los movimientos de
las manos. Dedos hacia dentro que invitan a la mirada interna y escondida, un
hueso radio que rota sobre el cúbito como rama que se retuerce sobre sí misma,
una abducción de hombros con rotaciones que celebran un encuentro, un
reconocimiento propio, una barbilla hacia arriba en busca de autoaprobación o
celebración; tronco extendido, ese que antes asfixiaba ahora se abre para
contarnos que está aquí, que le veamos, que por fin deja de ser invisible.
Posteriormente llega la apertura
de los dedos, el cruce de brazos, el cambio de dinámicas con los movimientos a
partir de los codos. Pura calidad de movimientos intimistas, ralentizados,
contenidos. Todo acompaña. La luz parpadeante, tenue, íntima, al son de una
música de violín que nos eriza la piel. Además, hay un espejo que revela lo que
no se ve y que le permite mirarse a los ojos, egocéntrico, narcisista, en un
camino sin retorno hacia la arrogancia.
Ya no son unas simples escaleras
Sin duda alguna, otro de los
momentos importantes de la película es el baile de las escaleras. Los espacios
donde bailamos condicionan nuestra danza. Y si copias 40°50'08.9"N
73°55'25.2"W en Google Maps', ahí tienes la localización exacta de las
escaleras que salen en Joker. La dirección ahora es una atracción para los
cinéfilos (1150 W 167th St, The Bronx, Nueva York 10452, Estados Unidos). No
tenemos que irnos hasta allí (aunque estaría bien, ¿no?). Bastaría que
observásemos nuestra ciudad o entorno para empezar a ver escaleras por todas
partes y finalmente escoger una y bailar sobre ellas.
Este baile es una especie de
celebración, del aquí estoy, del por fin me veo y me ven. Es una escena que
tiene tintes de elevar un melancólico cachondeo a un estado vital. Son
movimientos rápidos de pies jugando con los peldaños, patadas bruscas, cabeza,
tronco y cadera abierta hacia el cielo en un perfil que destila cierta impertinencia,
pero, sin embargo, las manos siguen cerradas. Esos puños nos recuerdan la
enfermedad, la contención del que no se encuentra del todo, de la dura realidad
de lo que se esconde detrás de una risa enferma.
La canción escogida para esta escena de película no está exenta de polémica. Si no has oído la canción que se usa en esa escena, puedes escucharla en el vídeo. Es el tema "Rock and roll part 2 de Gary Glitter, te sonará seguro. Pues bien, este autor y cantante es una persona condenada por pederastia, por abusar de tres menores. Sigue en la cárcel y se embolsará una fortuna en derechos de autor. Si estás interesado en saber más sobre esto, el artículo publicado en El País al respecto es muy interesante.
Aprovechamos para contaros otras cosas curiosas relacionadas con esta escena. El cine ha recurrido a las escaleras en numerosas películas (¿Que me decís de la eterna escalinata de Rocky?), pero hay otras específicas que han utilizado este elemento para bailar: Sonrisas y lágrimas, Billly Elliot y otras tantas que seguramente te estarán pasando por la cabeza. Aquí más información interesante en este post sobre Las escaleras en el cine.
La salud mental en nuestra sociedad
El 10 de octubre es el Día
Internacional de la Salud Mental y nos hicimos eco de esta fecha en Instagram y
a través del Joker. Esta es una fecha que busca poner sobre la mesa que estos
enfermos existen, que no tienen la atención que necesitan y no tienen la
comprensión social que deberían. Los escondemos, como lo hacemos con muchas
otras cosas que nos da vergüenza mostrar que son reales.
Querer a una persona con una
enfermedad mental a veces no es sencillo, pero quien no lo tiene realmente fácil es la
persona enferma, tan necesitado de afecto como cualquiera o más, viviendo en
una sociedad que nos acostumbra a todos y todas a forzarnos y mostrar siempre
nuestro lado feliz, alegre. Para estos enfermos esto es "sal en la herida".
Marta: Yo con este tema me abro
en canal, por coherencia, por dar testimonio. Y es que, si una dice, "mi
madre tiene cáncer" (de eso murió la mía), puedes tener un apoyo
comprensivo, pero si durante décadas sufre una enfermedad mental que la mata emocional y socialmente poco
a poco, te lo callas, por pudor, porque si a ti te cuesta comprender no le
pides el esfuerzo a los demás; y esto provoca que sufras en silencio, aunque es
una mínima parte de lo que sufrió ella por callarse. Y esto no ayuda, porque no
se puede entender lo que no se conoce. Así que, apelamos a concienciar a todas
las personas, por un esfuerzo hacia el afecto que conlleva una mirada
respetuosa, inclusiva y cálida a quienes sufren este tipo de enfermedades. Por aquí
podemos empezar.
Cómo se hace (o hacemos) a un malvado
Y es que de eso va la peli, ahí está su profundidad, su mayor genialidad. La vida es compleja, puede ser tan maravillosa como desgarradora. Sin un referente real de amor profundo, sin superar traumas violentos, sin comprensión por parte de los de alrededor: ¿Cómo no te vas a convertir en un malvado/a? ¿Quién pone la mano en el fuego que no le ocurriría? ¿Otro camino es posible? ¡Cuánto poder desde la educación!
* * *
Y bueno, en otro orden de cosas, escribimos este post para contaros que lanzaremos en breve un comodín al aire. Próximamente lanzaremos el reto en Redes Sociales que tendrá que ver con escaleras, con bailar, con uno mismo, con la música favorita de cada persona.
- La reseña, críticas y más información de la película nos gusta recomendarla de Filmaffinity.
- Y si te quedas con ganas de leer más sobre esta interpretación y película, te dejamos una Entrevista a Joaquin Phoenix (inglés).
Pablo Sotoca y Marta Arévalo
Comentarios
Publicar un comentario