¿Que dónde está mi móvil? Ni idea. Experiencia de una humana desconectada (episodio II)

Vilanova de Cerveira, agosto 2019
Escribo este post cuando ya hemos dejado de preguntar a nuestros compañeros de trabajo qué tal las vacaciones. Quizá ya no nos interesa tanto reflexionar sobre qué fue de nuestro verano, nuestras expectativas y lo que luego ocurrió; sobre nuestra desconexión de unas cosas y no de otras. 

Realmente armo este post ahora, pero fue con la cabeza aún en ese tiempo de descanso cuando tomé nota de lo que sentí, viví. Por segundo año desconecté del móvil y me puse, en gran medida, en modo OFF para lo digital y más ON para otras vivencias. 

En el 2018 estuve 15 días sin Whastapp, redes sociales y email. Solo lo usé como cámara alguna vez y para alguna llamada familiar importante. Pasó de ser un teléfono multiconexión y multitodo, a ser un teléfono casi como los de antes, inerte, sin vida, solo en actividad 5 minutos cada 3 días por una llamada de alguien. La experiencia me gustó, mucho, pero mucho. Y escribí esto.

Este 2019 me propuse un experimento distinto, quería más tiempo, 1 mes ¡venga Marta! Solo me propuse activar el whastapp cuando por el contexto y por cuestiones logísticas del verano, iba a facilitarnos las cosas. Dicho esto, si estás pensando un poco: vaya trampa, bueno, quizá, pero mi objetivo no es batir un record, ni superarme, es aprender. No he sentido que estar algo conectada desde ese canal haya hecho menos intensa la experiencia.

Quiero dejar constancia, como la otra vez, de 10 conclusiones a las que llegué y que se  suman a las reflexiones de la experiencia en el 2018.

1) Vaya cara de tonta que se te queda cuando abres automáticamente las aplicaciones de Instagram y Twitter y te dice tu pantalla: No está la conexión disponible. Ahí te das cuenta que abres sin pensar estos espacios, que tras todo el año has cogido una costumbre, como quien se muerde las uñas o se toca el pelo.

2) Con respecto al año pasado, esta experiencia me ha permitido no desconectarme totalmente sino estar en un mejor modo de descanso digital. Creo que es más saludable para mi 30 días así que 15 convirtiendo mi teléfono en una piedra.

3) ¡Qué de tiempo te deja no usar el móvil! He devorado libros, como nunca. Por si alguno/a se pregunta cuáles, porque justo está buscando algo interesante para leer: "21 relatos por la educación" de Fernando Marías y Silvia Pérez Trejo, "El libro de las ilusiones" de Paul Auster, "El egoísta" de Nativel Preciados, "Memorias de una salvaje" de Bebi Fernández [mitad del libro en ese mes] y también he escrito reflexiones, ideas y anotado momentos bonitos que me han ocurrido.

4) Mis ojos han estado más descansados, pero puede ser por no haber tenido ordenador ni televisión [soy bastante friki de las series, confieso que consumo pantalla grande]. Y es que ando en el año del inicio a la presbicia (qué lejana sentía ese palabro hasta ahora, son las canas).

5) En muchas ocasiones, como me pasó el verano pasado, no se donde estaba mi móvil. Lo he perdido incluso un día entero. Sin alterarme. Sabía que estaría en algún sitio, sin batería, sin energías, cediéndmelas a mi. 

6) Me ha ocurrido que he visto o leído algo y he querido compartirlo. Me apetecía gritarlo, por ejemplo como el libro del los "21 ensayos sobre la educación", ¡qué descubrimiento!. No tenía cerca con quién comentarlo, en las redes te juntas también con gente afín y eso es maravilloso. Al final no pude contenerme y se lo envié a mi colega y amigo Jorge Álvarez de Sotomayor. Pero eso me pasa por leer libros relacionados con mi trabajo. Cuando me di cuenta dije: Marta, coge una novela, pero ¡ya!.

7) No seguir la vida de las personas mediante conversaciones por whastapp te hace querer coger el móvil y llamar o verte y querer forzar una quedada que quizá se hubiera quedado en un mensaje de simbolito verde. Benditos momentos cara a cara. Además, el whastapp andaba con una foto disuasoria como ésta (ver el OFF, no quería ser visualmente borde pero prefería no interrupciones no imprescindibles).

8) He echado de menos ver imágenes sobre obras artísticas contemporáneas en Instagram. Disfrutar de ese arte que me provoca es una actividad de ocio y aprendizaje maravillosa. Es algo que hago y me gusta muchísimo porque me hace sorprenderme, reírme y reflexionar. Los que me siguen en Instagram, creo que saben de lo que hablo.

9) He sentido estar más presente en las cosas, los sitios y con las personas. En unos días dejas de echar mano al móvil y disfrutas de los momentos de vacío.

10) He hecho menos fotos, mi móvil andaba perdido y cuando no lo tienes a mano no captura esos momentos - no planificados - tan interesantes a retrata . Aún así algunas he capturado:



Vilanova de Cerveira (Portugal)



¿Quiénes serían esas mujeres?, en Vilanova de Cerveira (Portugal)
Peces hechos con basura sacada del mar (sí, suelas de zapato y tubos de tampones), en Acuario de La Coruña



En Coruña, con la foto de mi abuelo Ignacio (el de gafas) que fue presidente del Deport
Bodegón improvisado tras coger frutas del huerto de la vecina, Salvatierra de Miño


Igual que en unos días desconecté, de vuelta en Septiembre, en otros pocos días volví casi al mismo ritmo de antes del verano. Esta vez no he ido más despacio; quizá las circunstancias, no se bien. ¿Echo de menos estar desconectada o más desconectada? Sí, a veces, por eso estoy tratando de regularme mejor porque he sentido lo beneficioso que es otra vez. Desde el verano anterior que mi móvil a las 22 horas se apaga solo, cada día, y no se enciende hasta las 8, una hora después de levantarme. Eso es maravilloso. Si alguno está leyendo esto, le animo a programarse así o buscar sus maneras de gestionar el tiempo y uso del móvil. Toda una experiencia de salud.

Y en el 2020, ¿qué? Ni idea pero lo tengo claro, seguiré desconectando, aprendiendo.

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