¿Dónde está mi móvil? experiencia de una humana desconectada (episodio I)

Este verano decidí vivir sin whastapp ni redes sociales (Twitter e Instagram). Deshabilité la posibilidad que le llegara información, vía datos o Wifi, a estas aplicaciones en mi móvil durante 15+1 días. Lo hice por varias razones. La fundamental fue querer tener esa experiencia, no para comprobar lo que ya sabía y es que debo gestionar mejor mi atención y tiempo a su uso; lo quería VIVIR, sentir, para que cuando volviera a la rutina, ese día a día en el que deseo beneficiarme de lo bueno que ofrecen estos cacharros, hacerlo tomando mejores decisiones de tiempo y atención, a partir del recuerdo emocional que me dejara la experiencia. En definitiva, aprehender* más que aprender.

* Los conocimientos adquiridos a través de aprender se pueden olvidar con el tiempo, son el saber, muy diferente con el aprehender ya que los conocimientos obtenidos no se olvidan, quedan arraigados, ya que el individuo lo interioriza y se relaciona con ese saber desde la experiencia vivida. Ej.: se que el fuego quema porque me lo han dicho o porque me he quemado con una vela.

Estas son 10 RELEXIONES de la experiencia:

1) Me preocupaba que alguien pudiera escribirme por whastapp sobre algo importante o me necesitara para algo y no responder. Creo que nos estamos acostumbrado a que también lo importante se haga por esta vía y no una llamada. Creo que es en parte por la necesidad de inmediatez, de soltar en el momento el pensamiento que tenemos presente. Y como argumenta S. Turkle en esta TEDlo importante, hay que decirlo de palabra y a ser posible face to face. El caso es que avisé a los familiares y amigos más cercanos, y me puse de avatar esta imagen para disuadir de escribir. Creo que fue un acierto. En redes sociales no avisé, es agosto, se puede sobreentender que alguien que usa las redes sociales principalmente desde un enfoque profesional (aunque también las uso como aprendizaje personal) pueda desconectar un tiempo en periodo vacacional.

2) En el momento de desconectar sentí ALIVIO, era como un "ya está hecho", no hay vuelta atrás y ¡qué bien!. Estaba entusiasmada. Estaba ya en Galicia, en una casita con jardín. Dejé el móvil en el cajón, salí fuera y a mis hijos que andaban con una pelota les dije: ¡juego! Y es que desconectar y mucho puedes vivirlo como una aventura emocionante, incluso divertida y retadora. Si te gustan los desafíos, lo pasarás bien desconectando.

3) Pude observar en distintas ocasiones el uso del móvil de otras personas que tenía a mi alrededor, familiares en este caso. Tras sobremesas con largas charlas, risas y juegos de cartas, a veces mis familiares tomaban sus móviles. Algunos se evadían y otros seguían medio-conversaciones con él de al lado. Era curioso ver ésto desde fuera. No me interpretéis mal, no estoy rodeada de personas yonkis de la tecnología ni mucho menos, creo que hacen un uso bastante "normalizado". Pero esa normalidad para alguien sin móvil en las manos, hace que parezca a veces que el uso hace perder algunas oportunidades de charla, juego, contemplación, ensimismamiento o lo que sea. Se hace mayor el desconcierto. Por eso pienso en los niños menos de 11 años, que normalmente no tiene móvil, y cómo deben vernos, sentir nuestro uso diario, la de veces que no nos dirán algo por vernos mirando una pantalla. También en algunas personas mayores que no lo usan, como mi suegro. Es curioso ver como si tienes personas a tu lado mirando el móvil es un poco como si estuvieran en una dimensión paralela, puedes verles pero no hay conexión, no están presenten, no están para ti, no están disponibles.

4) Ha sido el viaje que menos fotos he hecho. Al no tener normalmente el móvil cerca, los momentos interesantes para fotografiar se me pasaban. De 15 días en los que he estado en 2 países, he dormido en 6 sitios distintos, he hecho todo tipo de actividades uy fotografiables (senderismo por Pirineo, snorkel en Estartit, pesca en el Miño... y no sigo por aquello de esquivar cierta pedantería deportiva), yo solo hice algunas de las siete fotos que recopilé y publiqué en Instagram ya a la vuelta de vacaciones. Creo que el hecho de utilizar tu móvil con un objetivo hace que te inventes otras interacciones con el aparato que no tenías pensado y ahí llega la distracción también; por ejemplo, coger el móvil para hacer una foto, hace que "aproveches" para chequear otras cosas. ¿Cuidado!

5) El día anterior a cortar la comunicación, mi grupo de amigas de la infancia crearon un chat para organizar un viaje pendiente. Pensé que me iba a perder decisiones importantes al respecto o bien que no iba a contribuir o ayudar a organizarlo. Tenía que tener en cuenta que mi decisión de estar desconectada influía a otras personas pero, por otro lado, pensaba que eso no puede ser una razón para no disfrutar de cierta desconexión, intimidad y tranquilidad si a uno le apetece esta aventura. Les dije: chicas, si queréis algo de mi, llamadme.

6) Hice participe a mi hijo Pedro (8 años) de lo que iba a hacer. Le pedí ayuda, consejo y le pregunte su opinión. En varias ocasiones me dijo: mamá, lo estás haciendo muy bien, y me sonreía. Me gustaría pensar que si en un futuro él se siente algo absorbido por la tecnología (a  saber qué cacharros habrá dentro de 10 años), recuerde que hay formas de auto-re-direccionar aquello que necesites en tu vida con respecto a tu comportamiento.

7) Me he leído el libro de "Patria" en 15 días. Bueno, son algo más de 600 páginas y soy madre, es decir, mucho de mi tiempo de vacaciones está ocupado por mis hijos y por las noches no me duermo, me derrumbo. Pero no es una proeza, es que tenía más tiempo, así de sencillo. El móvil nos quita tiempo, y lo que tenemos que valorar es para qué nos lo quita, si nos gusta ese tiempo que nos quita o lo queremos dedicar a otra cosa, si podemos equilibrar más los tiempos y la atención, etc. Por cierto, el libro, magnífico.


"Como se resiste la gente a devolverle al planeta los átomos prestados. De hecho, lo raro y excepcional es estar vivos" 
Fernando Aramburu (2016) en Patria 

8) He sentido los huecos entre tiempos y los he vivido de otra manera. Un semáforo, un ascensor, una minisiesta o descanso, entre un partido de palas y un castillo en la arena, un rato de copiloto, esperando en un cajero... podría haber tirado fácilmente de mirar el dispositivo y no lo hice, no lo tenía cerca, nadie me iba a escribir/leer ni yo a otros. ¿Y qué hacía? Observaba, pensaba, me dejaba llevar por pensamientos, me fijaba en lo cotidiano, lo minúsculo, lo que está siempre presente pero no secuestra nuestra atención. También al caminar, ¡mirada siempre al frente! 

9) Hice trampas y voy a confesarlas. Antes de la desconexión, me instalé Telegram para comunicarme con mi pareja y con un familiar muy cercano que me necesita por circunstancias personales. Pero en 15 días solo lo utilicé una vez, para decirle al primero, compra 3 cajas de leche en vez de 2. 

10) Cuando volví a hacer clic en datos móviles y wifi a las aplicaciones en mi móvil, estaba un poco rara. Quería y no quería a la vez. ¿Habéis tenido alguna vez este tipo de sensación? Me dejé un día más (por eso el 15+1). El caso es que empezó el whastapp a actualizarse: 360 mensajes (pensé: ¡qué número tan redondo!). En redes había muchas menos notificaciones, se ve que las personas con las que suelo coincidir, están descansando, sin necesidad de hacer esta rehabilitación jeje, pensé. Hubo una notificación preciosa (ver Imagen). Me gustó leerla porque si el disfrute de estar off me había hecho olvidar algunas de las sensaciones bonitas de estar conectada, este tweet  me trajo de golpe una gran razón: compartir, ser útil y conectarse.


He decidido poner una alarma en mi móvil a las 22:30 de lunes a domingo, me avisa que apague el móvil, que tengo cosas más interesantes que hacer a partir de esa hora. Creo que este es el principio de una nueva amistad con mi móvil, "aligerando mi mochila...". En todo caso, veremos, el tiempo y la atención lo dirán.


Y tú, ¿cómo te relacionas con tu móvil?

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